sábado, 3 de diciembre de 2011

Sálvate de mis precipicios.



Y ver como te desvaneces por una rendija, la única vía libre para tu sonrisa.

Sabiendo lo que iba a escocer, me olvidé de lo que tus labios pican cuando dejan de recorrer mi piel.

Después de tantas noches ahogadas de jugo salado y cerveza, de tantas horas vacías... de tanto socorrer a ese piano que llora notas carentes de sentido. De tantos tediosos Domingos de sábanas frías y recuerdos desvanecidos, como el humo de un cigarro...

... después de tanto, tan poco.


Véte, que yo te dejo, porque es mejor salvarte de mis precipicios que dejarte caer en ellos.

Sigue a esa estrella de tu cielo, que te observa celosa de tus intenciones por comerte el mundo y por no dejarle entrar en tus sueños.

No mires hacia atrás, que yo seguiré las pisadas de los momentos que dejaste en mi camino. Los guardaré en la caja de los tesoros escondidos, para que algún día, si llego a hundirme en la tristeza, tú vuelvas con ellos.




* Viejo texto rescatado de: www.amaneceresrotos.blogspot.com ; ya ha pasado un año... Me pregunto a qué velocidad pasará el siguiente.